editorial

San Martín y su empresa cooperativa

El mes de agosto ha sido tradicionalmente consagrado a evocar la memoria de don José de San Martín, cuya enorme bravura no ha dado lugar a dudas. Basta citar, en este año del Bicentenario de la Independencia Nacional, que el prócer decía en 1816, dirigiéndose a los congresales de Tucumán: “Si declarar la independencia tiene riesgos, para los hombres de coraje se han hecho las empresas”. 

Esa expresión es la de un hombre no sólo de gran valentía sino también poseedor de acendrados valores éticos. Y fueron precisamente esos valores los que llevaron al máximo héroe argentino a utilizar principios que son fácilmente identificables con los cooperativos, a tal punto que Bartolomé Mitre así lo refleja en su “Historia de San Martin y de la emancipación sud-americana”:

“Él realiza prácticamente y, por instinto, una utopía de cooperación económico-militar que la ciencia no había explicado aún, cual es la de desarrollar el máximum de potencia de una sociedad, haciendo dar a los hombres y a las cosas todo lo que podían dar de sí, a fin de llevar a cabo un propósito preconcebido, produciendo resultados eficientes... De este modo, conquistó moralmente a Cuyo, antes de reconquistar a Chile, organizando un pueblo de trabajadores y combatientes, como una república de hormigas, para hacerlo servir a su empresa por medio de una metódica acción cooperativa”.

Agrega Mitre: “Para realizar este plan cooperativo, graduó su trabajo a la manera de un problema a resolver según se deduce de los documentos originales que nos sirven de guía… Al efecto, empezó a ensayar un sistema de auxilios patrióticos o cooperativos… Llevóse la economía al último grado que jamás ha llegado, para demostrar, según las palabras de San Martín, cómo se pueden realizar grandes empresas con pequeños medios”.

Y es el mismo San Martín quien, al acercarse el momento de cruzar la cordillera, proclama: “La Patria y vosotros nada tienen que temer si la cooperación del pueblo es precedida por un esfuerzo grande de desprendimiento y de unión íntima, condición precisa de la empresa de salir con la victoria”.

Ese ideal sanmartiniano de solidaridad es el mismo que ha guiado al movimiento cooperativista a lo largo de sus más de ciento setenta años de existencia.

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Río 2016: los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica

La  XXXI edición de las Olimpíadas concentrará, a lo largo de casi tres semanas, a una cantidad superior a los 10.000 atletas que, representando a más de 200 países, se darán cita en Río de Janeiro para competir en 306 pruebas de 39 disciplinas deportivas.

El 5 de agosto, cuando la legendaria antorcha olímpica arribe al estadio Maracaná, tras culminar su viaje de 106 días por territorio griego y suizo, más 329 ciudades brasileñas, se llevará a cabo la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos Río 2016.

En esta oportunidad, las Olimpíadas contendrán 39 disciplinas en 28 deportes, dos más que en la edición anterior, teniendo en cuenta que se suman por primera vez el rugby, incluido tras un debate de más de 90 años para este reconocimiento, y el golf, que se ha incorporado luego de 112 años de pelea para que se lo acepte en la categoría olímpica.

Pese a que Brasil ya contaba con gran parte de los estadios para realizar las competiciones, gracias a su reciente experiencia como anfitrión del Mundial de Fútbol 2014, la infraestructura necesaria para la disputa de las 306 pruebas que comprenden estos Juegos Olímpicos sufrió una renovación modernista y ecológica.

De tal manera, también se cons-truyeron estadios en diferentes sectores cariocas, en procura de concentrar la mayor cantidad de actividades en la zona urbana.

Entre las obras arquitectónicas más impactantes que albergarán a esta edición de los Juegos Olímpicos, que se clausurarán el 21 de agosto, está el moderno estadio João Havelange, construido en 2007 para los Juegos Panamericanos y remodelado para la ocasión.

El recinto, escenario de las pruebas de atletismo, amplió su capacidad a 60 mil espectadores, además de mejorar considerablemente sus áreas de accesibilidad.

Con una capacidad de casi ochenta mil espectadores, el gigante y emblemático estadio Maracaná, construido en 1950 y que guarda la tradición y la pasión del pueblo brasileño, será la sede de las ceremonias de apertura y clausura.

La Arena de Deodoro, por su parte, es una instalación completamente nueva y construida especialmente para estos Juegos Olímpicos. Está ubicada a tan solo 300 metros de una estación de trenes, facilitando por su ubicación la accesibilidad de los espectadores.

Dicha instalación se encuentra dentro de un complejo que contendrá competiciones de hipismo, ciclismo, mountain bike , bici motocross, pentatlón moderno, tiro deportivo, canotaje slalom, hockey sobre césped y básquetbol. Además, en los Juegos Paralímpicos (7 al 18 de septiembre), en el complejo habrá pruebas de fútbol 7, tiro deportivo, hipismo y esgrima en silla de ruedas.

Otras disciplinas ocuparán los lugares más emblemáticos de la ciudad. El beach vóleibol, por ejemplo, se desarrollará en las hermosas playas de Copacabana, lugar donde también se erigirá el parque cerrado del triatlón.

Tanto la villa olímpica como el centro de prensa se instalarán en el sector de Barra de Tijuca, donde además se disputarán gran número de competencias deportivas.

Con motivo de los Juegos se concibió un concurso arquitectónico para construir la denominada Solar City Tower, una torre en la isla de Cotinduba que, al margen de formar parte del equipamiento deportivo, también servirá como monumento capaz de recibir a los millones de visitantes que se espera arriben a Río de Janeiro.

El Parque Acuático María Lenk contendrá los partidos del waterpolo, mientras que el HSBC Arena será el lugar de cita para la gimnasia artística y rítmica y el Sambódromo hará de sede de la maratón y la marcha.

Finalmente, el legendario Maracanazinho recibirá las competiciones de vóleibol, así como el lago Rodrigo de Freitas servirá para las pruebas de canotaje y remo. 

La sede del rugby estará en el Estadio São Januario y el Riocentro verá los encuentros de bádminton, boxeo, halterofilia y lucha.

Medallas

Contando las de oro, plata y bronce, serán distribuidas entre los atletas 2.012 medallas, que rescatan la relación entre la fuerza del héroe olímpico y las fuerzas de la naturaleza.

La hoja de laurel, símbolo de las victorias y las conquistas, fue escogida como el elemento natural para hacer de eslabón con los campeones de los Juegos. 

La otra cara de las medallas, como es tradicional en todas las ediciones de las Olimpíadas, lleva la imagen de Niké, la diosa griega de la victoria, teniendo como fondo el Estadio Panathinaikó y la Acrópolis, símbolos de los antiguos Juegos de Grecia.

Las medallas olímpicas de los Juegos Rio 2016, fabricadas por la Casa de la Moneda de Brasil, fueron diseñadas teniendo en cuenta aspectos sustentables. La medalla de oro es cien por ciento libre de mercurio, mientras que las de plata y bronce tienen un 30% de su material reciclado.

La historia de las medallas se remonta a los Juegos de la Antigüedad, cuando solamente un ganador recibía, como premio, una corona de hojas de olivo. Según la leyenda, las hojas eran retiradas de un olivo sagrado, próximo al templo de Zeus, en Olimpia.

En los primeros Juegos de la era moderna, disputados en Atenas en 1896, el vencedor de una competición celebraba el triunfo recibiendo, además de la corona, una medalla de plata y un diploma. Los Juegos de San Luis (USA) 1904 fueron los primeros que distribuyeron medallas de oro, plata y bronce a los tres primeros ubicados. En esas mismas Olimpíadas, a las medallas les sumaron una cinta de color para prenderse del pecho de los atletas. Recién a partir de Roma 1960 se pasaron a colgar en el cuello de los campeones.

La Argentina participó con un solo deportista en los Juegos en 1900, 1908 y 1920, organizando una delegación para París 1924, donde el equipo de polo obtuvo la primera medalla de oro. En todo su historial olímpico, nuestro país ha sumado 70 medallas (18 de oro, 24 de plata y 28 de bronce), ocupando el puesto 40 en el medallero acumulado hasta Londres 2012.

Entradas

Un total de 7 millones y medio de entradas se pusieron a la venta para disfrutar en vivo de todas las pruebas contempladas en los Juegos Olímpicos Río 2016.

Casi un 70% de esa cantidad, es decir 5,2 millones de boletos, fueron ofrecidos en puntos de venta autorizados en Brasil, mientras que un millón se comercializó en otros países, a cargo de cada Comité Olímpico Nacional. El resto –1,3 millones de entradas– quedó reservado para los patrocinadores, los familiares de los atletas, las federaciones deportivas y el Comité Olímpico Internacional.

Los precios, que varían según cada país, disciplina y modalidad, oscilan entre 12 y 21 dólares para los asientos regulares y 370 dólares para los lugares preferenciales.

Sin embargo, una entrada para una competencia de natación promedia los 40 dólares, mientras que un boleto para el acto inaugural alcanza los 3.000 dólares en los asientos de primera fila.

Tokio 2020

La sesión del Comité Olímpico Internacional celebrada el 7 de septiembre de 2013 en Buenos Aires determinó que los Juegos de la XXXII Olimpíada se desa-rrollen en Tokio, entre el 24 de julio y el 9 de agosto de 2020.

La capital nipona, que ya en 1964 organizó los Juegos Olímpicos, superó en la votación final a las otras dos candidatas: Estambul y Madrid.

El pasado 25 de abril se informó que Asao Tokolo, quien recibió como premio un millón de yenes (equivalentes a unos 10.000 dólares) y entradas para asistir a las ceremonias de inauguración de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, resultó el ganador del concurso realizado para elegir el logo que identificaría a Tokio 2020.

En tanto, las mascotas que servirán como símbolos de ambas realizaciones, no serán dadas a conocer hasta 2018.

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Con una trayectoria profesional de más de 50 años, el médico pediatra Dr. Rubén Omar Barroso atendió en 9 de Julio a tres generaciones y hoy, ya jubilado, disfruta de su numeroso y muy unido núcleo familiar.


Un referente indiscutido de pediatría en la ciudad bonaerense de 9 de Julio es, sin duda, el doctor Rubén Omar Barroso (78), quien se prestó muy amablemente a conversar con “Familia Cooperativa” a pocos meses de haberse acogido a su jubilación.

–Doctor, cuéntenos algo de su vida…
–Nací aquí mismo, en 9 de Julio. Fui hijo único y mi padre era tapicero. Ingresé directamente en el segundo grado de la escuela 3 y el secundario lo cursé en la Escuela Nacional de Comercio.

–¿Qué lo llevó a estudiar medicina?
–Cuando egresé del secundario, con 16 años, me enfrentaba con tres opciones: ser empleado bancario, trabajar en una firma cerealera o seguir estudiando. Como me encantaba la psiquiatría, tomé la decisión de anotarme en la prestigiosa Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata. 

–Pero Usted es médico pediatra y no psiquiatra…
–Siempre pensé que iba a especializarme en psiquiatría, pero cuando cursé Pediatría en el último año de la carrera, realmente me “enamoré” de esa especialidad. Así que después de obtener el título de médico me formé como practicante el Hospital de Niños de la capital provincial y después volví a mi pueblo para ejercer la profesión.

–Hace medio siglo la medicina pediátrica era muy distinta a la actual…
–Sin duda. Los adelantos han sido cuantiosos y el desarrollo de las vacunas ha prevenido a la niñez de enfermedades muy comunes en aquella época. Cuando nosotros éramos chicos, la única vacuna que nos colocaban era contra la viruela. Y al “prender” esa vacuna antivariólica, nos dejaba una marca indeleble en la parte superior del brazo que conservábamos toda la vida… 

–¿Cuál era la enfermedad más común?
–Recuerdo las epidemias de sa-rampión. En aquella época, después de atender en el consultorio, tenía que hacer las visitas a domicilio, de acuerdo con la agenda que confeccionaba mi esposa, que oficiaba de secretaria. Eran 30 o 40 consultas domiciliarias por día, lo que me obligaba a llegar a mi hogar casi a la medianoche.

–En aquellos años las visitas médicas a domicilio eran habituales…
–Creo que aproximadamente un 60 o 70 por ciento de las consultas eran domiciliarias. Hoy la visita de un pediatra al domicilio del niño es casi una rareza…

–Medio siglo de profesión implica haber atendido a muchísima gente…
–Prácticamente a tres generaciones de nuevejulienses. A veces me encuentro con abuelos que no sólo los atendí a ellos sino también a sus hijos y a sus nietos. 

–¿Y en que quedó su interés por la psiquiatría?
–El pediatra a menudo tiene que hacer también de psicólogo. No sólo al principio de los padres del niño, sino también de éste, cuando ya siendo joven y dado el vínculo de confianza mutua que han generado tantos años de contacto, muchas veces concurre a última hora al consultorio del pediatra para confiarle algún tema personal y pedir consejos.

–¿Pasamos al tema familiar?
–Mi esposa es Ana María Benedetti, con quien formamos un hogar que se vio agraciado por la llegada de 6 hijos. Cuatro son varones: Ignacio Rubén, que es médico pediatra y con quien compartí muchos años la profesión; Fernando Omar, también médico pero especializado en psiquiatría; Mariano Edmundo, contador público y desde el 10 de diciembre intendente de este municipio; y Gastón Federico, el menor, que se dedica a las actividades rurales. Después de los dos primeros varones, llegaron las dos “nenas”: María Rita y Ana Inés, ingeniera agrónoma.

–También tiene varios nietos…
–Nada menos que 16… En total, la familia –incluyendo nueras y yernos– ya suma treinta integrantes. Todos vivimos en 9 de Julio por nuestro gran amor al terruño y, salvo alguna excepción como por ejemplo estar fuera de la ciudad, los treinta nos reunimos con frecuencia porque somos muy “familieros”. 

–¿Una reflexión final?
–Si volviera a tener 16 años y me enfrentara a la opción de hacia dónde orientar mi vida, no dudaría un instante: volvería a estudiar medicina para dedicarme a la pediatría.

Dr. Rubén Barroso.