Xavier Inchausti, el adolescente
que ya alcanzó la excelencia
Con tan sólo 16 años, el eximio violinista bahiense atesora una carrera que parece conducirlo a ser uno de los mejores solistas del mundo.
Tenía apenas 36 meses de edad
cuando Xavier Inchausti comenzaba a forjar en su inconsciente un vínculo sagrado con el violín y una relación directa con el éxito, elementos ambos que lo acompañarán durante toda su vida.
Pero no fue hasta que cumplió los 9, tras un año dedicado al piano, que esa pasión comenzaría a cristalizarse en hechos concretos.
Tras haber dado sus primeros pasos con los maestros Sergo Lazarev y Fernando Hasaj, a los 12 años debutó como solista con el concierto en Re mayor para violin y orquesta Opus 61 de Beethoven, junto a la Orquesta Sinfónica de Bahía Blanca con la dirección del maestro José M. Ulla, y un año después, en la sala principal del Teatro Colón interpretó la partitura número 2 en Re menor para violín solo de Bach, logrando excelentes críticas.
A los catorce años y con las posibilidades de perfeccionamiento casi agotadas en nuestro país, logró ser alumno activo del Mozarteum de Salzburgo e ingresar a la Universidad de Viena en la cátedra del profesor Michael Frischenschlager.
Luego actuó en la capital austríaca como solista junto a la Musikverein Pressbaum Orchester, dirigida por el maestro argentino Pablo Boggiano, con el concierto en Mi menor de Mendelsohn.
Su éxito más reciente y encumbrado consistió en haber sido solista invitado de la Filarmónica de Sarajevo con el concierto de Tchaikovsky en la apertura del Festival Internacional de Bosnia.
En diálogo con "Familia Cooperativa", acompañado en su vivienda de calle Malvinas por sus padres César y Graciela, Xavier fue desgranando experiencias, desde su infancia en la casa de España al 700 y sus primeros amigos, hasta la pasión por la música y la afición al deporte: primero el básquet y ahora el fútbol.
-Muchos te consideran un niño prodigio. ¿Como te definirías?
-Me siento un músico, nunca pensé en qué edad tenía, sino en la música. El tema de niño prodigio fue porque ningún chico toca conciertos de Beethoven a los 10 o 11 años y fue bueno que me consideraran de esa forma, pero no quiero quedarme en eso.
-Más allá de tu modestia ¿A lo largo de tu experiencia como alumno en Europa viste muchos jóvenes de tu edad que tocan el violín como vos lo hacés?
-De mi edad no. Encontré un violinista excepcional, pero tenía 27 años, aunque seguramente cuando era más joven debe haber tocado muy bien.
-¿Es cierto que estudias 10 horas diarias?
-He llegado a esa cantidad, pero a veces más y otras menos, es relativo. El cansancio se siente, pero para mi estudiar el violín siempre fue un placer.
-Contame de tu niñez, por ejemplo, ¿Dónde vivías?
-En calle España al 700. Fui a la escuela 34 de Angel Brunel y Fitz Roy hasta noveno año, pero me di cuenta que si quería ser un gran solista no podía seguir en la escuela.
-¿Tenés amigos como cualquier otro chico de tu edad?
-Si, pero se relacionan con el ambiente musical porque necesito tener gente con quien poder hablar de las cosas que hago, es decir, que hablen mi mismo idioma. De chico jugaba al básquet en el club Independiente y ahí me hice de muy buenos amigos.
-¿Cómo nació tu afición por el fútbol?
-Tuve que dejar el básquet porque no me hacía bien a las manos, me costó mucho abandonar ese deporte porque el club era como mi segundo hogar. A partir de ahí me empezó a interesar el futbol (simpatiza con River Plate), que como se juega con los pies no me genera problemas.
-¿Te gusta otro tipo de música que no sea la clásica?
-No, sólo algo de tango o de jazz. La música clásica es lo más completo para mí y no me alcanzaría la vida para escuchar todo.
-¿Te imaginás viviendo en la Argentina o vas a tener que seguir estudiando en otro país?
-Y... es como que acá ya hice lo que tenía que hacer. En Europa está el centro mundial de la música clásica.
-¿Tu sueño es llegar a estar entre los mejores violinistas del Mundo?
-Sí, ese sería un sueño hecho realidad y me preparo para eso. Si hay quien teniendo las mismas posibilidades me
supera, lo aceptaría sin problema, pero me daría bronca que por mezquindades personales no pudiese tener iguales oportunidades que el resto. Claro, también me gustaría llegar a tocar con la Orquesta Filarmónica de Berlín, pero esa es una meta diferente.