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PAN DULCE Y SIDRA, UNA TRADICIÓN ARGENTINA

A partir de 1947 y como consecuencia de la política asistencial del primer gobierno peronista, la sidra y el pan dulce se convirtieron en nuestro país en una fórmula gastronómica indiscutida para las fiestas de fin de año.

Contrariamente a lo que podría suponerse, la fórmula pan dulce y sidra como alternativa gastronómica en la mesas de fin de año argentinas, no responde a ningún legado europeo, sino que constituye una costumbre auténticamente nacional nacida a mediados del siglo pasado.
Para la Navidad y el Año Nuevo de 1947, el entonces presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, buscó la forma de llevar la asistencia social del Estado a cada hogar mediante algún elemento que resultase representativo, teniendo en cuenta que la mayoría del pueblo estaba conformada por criollos e inmigrantes.
Fue entonces cuando el gobierno decidió tomar lo más típico de la mesa festiva italiana, es decir el panettone o pan dulce, y la bebida empleada en las fiestas más representativa de la comunidad española, la sidra, para regalarlos a través del Programa de Ayuda Social en ocasión de las fiestas navideñas de gran tradición en Argentina por ser un pueblo mayoritariamente católico.
Aunque ambos productos eran consumidos por las dos colectividades más importantes, se circunscribían a las clases más pudientes, pero con la práctica gubernamental, que duró hasta 1954, se popularizaron y terminaron dando forma a una nueva tradición.
Luego dicha costumbre se propagó a naciones vecinas (Paraguay, Uruguay, Bolivia y Chile) de gran aporte inmigratorio a la Argentina, ya que al regresar a sus lugares de origen para las fiestas, los inmigrantes llevaban como productos tradicionales de nuestro país el pan dulce y la sidra.

Orígenes

Si bien los romanos fueron los primeros en endulzar el pan de levadura con miel, el primer registro del panetón como dulce navideño tradicional milanés se remonta al siglo XVIII.
Luego, en la primera mitad del siglo XX, los empresarios Angelo Motta y Gino Alemagna lanzaron en toda Italia y en el mundo el panettone, que terminó por convertirse en un postre tradicional navideño, sobre todo a partir que los comerciantes empezaran a regalarlo a sus clientes como obsequio.
En la península itálica se sirve acompañado de mascarpone, una especie de crema batida.

Bebida milenaria 

En cuanto a la sidra, se tiene constancia de la existencia de "bebidas embriagadoras" en tiempos remotos, por caso, el Antiguo Egipto, aunque en principio utilizaban peras en la fermentación alcohólica.
Otros pueblos, celtas, hebreos, romanos y griegos, dejaron muestras del uso y costumbres de la época en cuanto al consumo de la sidra. Diversos estudios atestiguan que la primera referencia de la palabra sidra es el vocablo griego "sikera". Los romanos utilizaban el término "pomus", para referirse a los árboles con manzanas.
El testimonio más antiguo del que constan diversas pruebas escritas se remonta al año 60 ante de Cristo, cuando Estrabón se refiere a la palabra "zytho" como una bebida fermentada de manzanas.
En Asturias, donde la historia de la sidra y del principado forman un conjunto inseparable, la referencia más antigua corresponde a un documento del monasterio de San Vicente de Oviedo, que data del año 781.
Popularmente la sidra na-tural siempre se ha relacionado con un acto social festivo. En toda la geografía española y en especial en Asturias y Guipúzcoa, existen sidrerías donde se puede disfrutar junto con la sidra de otras delicias gastronómicas propias de cada región.
En lo referente a su degustación, la sidra asturiana debe ser escanciada (tirada desde lo alto para que "rompa" al caer en el vaso) y consumida en el acto y no debe servirse cada vez más de lo que se pueda beber en un trago o dos.