Editorial:
HACIA UNA CONCIENCIA PLANETARIA
El nuevo siglo ha comenzado
abriendo paso a la renovada esperanza de que nuestro país pueda encontrar
el camino acertado, superando los desafíos y contradicciones de un mundo
en constante mutación y cada día más interdependiente a causa de ese
fenómeno llamado globalización.
Es por ello que los estudiosos reclaman una urgente toma de conciencia
sobre esta nueva era planetaria que inevitablemente nos enfrenta a un
destino común y exige un punto de vista amplio y abarcador de todos y
cada uno de quienes compartimos esta Tierra-Patria, para denominarla con
el concepto que utilizara el brillante pensador francés Edgar Morin como
título de una de sus obras.
Una conciencia planetaria, pero respetuosa de la rica pluralidad que
ofrecen las distintas comunidades humanas, obliga a encontrar formas de
convivencia e integración en las que la dignidad personal sea respetada y
garantizada por la vigencia de valores y principios de universal
aceptación.
Y en este aspecto no es el caso de sentarnos a esperar la
instrumentación de alguna fórmula ingeniosa, impuesta desde fuera de
nosotros, que nos permita "zafar" de la coyuntura. Por el
contrario, debemos involucrarnos personalmente en la crucial tarea de
promover prácticas concretas y solidarias que trasciendan el limitado
horizonte de nuestros egoísmos, para alcanzar objetivos inspirados en el
bien común.
Entre esas prácticas, la cooperación no necesita ser inventada ya que
cuenta con más de una centuria y media de probada vigencia. Sólo
requiere multiplicar su ejercicio con la creciente participación de todos
aquellos ciudadanos que aspiren a ser dueños de su propio destino,
sostengan la necesidad de salvar la unidad desarrollando las diversidades
y traten de aportar su grano de arena para la construcción de un mundo
mejor.
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