El ritmo de vida cotidiano, con largas jornadas de trabajo y poco tiempo disponible para la recreación y el esparcimiento, privilegia las relaciones humanas en el ámbito laboral. A estas cuestiones se refiere Matías Attem, empleado de una de las tres sucursales que la Cooperativa Obrera posee en la ciudad de Tres Arroyos.

La cantidad de horas que pasamos trabajando condiciona nuestras relaciones. ¿Cómo? Simple: tenemos poco tiempo libre para ver a nuestra pareja, a nuestros amigos y a nuestra familia. En ese marco, nuestros compañeros de trabajo se transforman en las personas más cercanas.

"Por eso se entablan vínculos personales en el ámbito laboral", señala la licenciada en psicología Alicia Alonso. Allí se ocupan territorios y espacios que deberían encontrarse en el hogar, con los amigos. No son pocos los que hasta forman pareja en el trabajo.

A fuerza de horas y experiencias compartidas, empiezan a aparecer afinidades y, un buen día, nos encontramos contando secretos a gente que prácticamente acabamos de conocer. Mientras tanto, nos alejamos de aquellas personas que alguna vez -cuando teníamos tiempo- habíamos elegido como amigos. (Si crees que esto no es cierto responde sinceramente: ¿a cuántos de tus amigos -que no sean compañeros de trabajo- visitas frecuentemente?).

Esta nueva manera de relacionarnos tiene consecuencias negativas: "Cuando todos los vínculos surgen en el ámbito laboral uno es lo que hace", dice la Lic. Alonso. Así, la identidad se reconstruye cada vez que uno cambia de trabajo y directamente se pierde cuando uno se queda sin empleo o se jubila.

Además, ¿qué tan profundas y sinceras son estas relaciones "laboral-personales"? La mayoría de las veces los vínculos duran tanto como el puesto. (Si no lo crees piensa: ¿Sigues viendo a aquellos ex compañeros que considerabas "amigos" cuando trabajaban contigo?).

Cada uno elige cómo y con quién quiere compartir su vida, pero sería bueno empezar a recuperar las relaciones "reales" y darles a las laborales el lugar que tienen.