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Félix Luna y el largo camino a la independencia

En diálogo con "Familia Cooperativa", el prestigioso historiador Félix Luna analiza el proceso que debió seguir la Argentina entre el 25 de mayo de 1810 y el 9 de Julio de 1816 para proclamarse soberana.

La Revolución de Mayo implicó un cambio rotundo que transformaría el régimen imperante hasta esa época, pero cuando se trató de llevar a la práctica el ideal revolucionario se formaron dos partidos: uno conservador, que deseaba hacer modificaciones sólo cuando las circunstancias lo permitieran, y otro más extremo, que quería una transformación integral y tendía a la creación de una nación libre.
Entre el 25 de Mayo de 1810 y el 9 de Julio de 1816 se desarrolló un largo y complejo proceso que incluyó algunos intentos independentistas como la Asamblea del año XIII, que suprimió el nombre de Fernando VII de los documentos oficiales, aprobó el sello que constituiría luego el Escudo Nacional y adoptó la Marcha Patriótica de Vicente López y Planes como Himno Nacional.
Sin embargo, no se decidió declarar la independencia: la mayoría de los diputados consideraba que era aún prematuro romper los vínculos que sometían a estas regiones a la poderosa metrópoli.
En diálogo con "Familia Cooperativa", el historiador Félix Luna se refiere a las características de este proceso tan poco conocido para la mayoría de los argentinos.
-¿Porqué la Argentina debió esperar tantos años desde la Revolución de Mayo hasta el Congreso de Tucumán para declararse soberana?
-Es un tema muy complejo, que ha llevado libros enteros explicarlo, pero en líneas generales podría decirse que las autoridades de la revolución argentina fueron más prudentes que otros líderes de América Latina, prefirieron no programar la independencia desde un primer momento y dejar que las condiciones se fueran dando de la mejor manera posible.
Eso finalmente no ocurrió porque cuando se declaró la independencia las condiciones generales en todo el continente eran muy malas para los movimientos revolucionarios.
-Hay quienes afirman que jamás congreso alguno de la argentina ha nacido y vivido en medio de tantos conflictos como el de Tucumán.
-Sí, el litoral dominado por Artigas impidió la participación de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, además de la Banda Oriental (hoy Uruguay). Buenos Aires sufría la disputa de facciones directoriales y se hallaba en rivalidad con las provincias, el Ejército del Norte había sido derrotado en Sipe Sipe (1815) y el Alto Perú se había perdido, lo que generó enconadas querellas entre Güemes y Rondeau. En Santiago del Estero, San Luis y Córdoba había disturbios, la Banda Oriental se hallaba invadida por los portugueses, se cernía la amenaza de una poderosa expedición que vendría de España y la política europea seguía nuevos derroteros, desfavorables para la vida republicana. Sin embargo, pese a todo, en un acto de coraje los delegados de las Provincias Unidas proclamaron igual la independencia.

Pocos antecedentes

-¿Este proceso se dio también en otros países?
-En realidad no hay muchos casos similares donde se haya esperado tanto tiempo para proclamar la independencia: generalmente los movimientos aparecían con esa bandera directamente. En el caso de nuestro país las condiciones internacionales, sobre todo, hacían aconsejable esperar un poco antes de desnudar totalmente las intenciones de los dirigentes de la revolución.
-Muchas veces se habla de la participación popular en este tipo de procesos. ¿En este caso, fue efectivamente así?
-Fue importante en la Banda Oriental y en Salta, pero no tanto en Buenos Aires. De todas maneras hubo un acompañamiento popular que se notó en los festejos cuando las batallas se ganaban o cuando se daba algún acontecimiento como la propia declaración de la independencia, con fiestas en todas las ciudades.

Participación ciudadana

-Pero cuando hablamos de las jornadas de1810 o del Congreso de Tucumán, por ejemplo, no hablamos de toda la población, sino de un sector minoritario.
-Por esos años empiezan como cosa nueva las elecciones, aunque no como las conocemos ahora. Cada vez que desde Buenos Aires se las convocaba, como para la Asamblea del año XIII, el Congreso de Tucumán u otros que no alcanzaron a reunirse, en cada ciudad del antiguo virreinato se juntaba la gente y se designaba a alguien que la representara en Buenos Aires ante los cuerpos colegiados que se podían formar.
Por supuesto que esta gente era la misma que hubiera participado en la época colonial de los cabildos abiertos, "la parte más sana y principal", es decir, los vecinos que tenían casa puesta, familia y trabajo respetable. Por ejemplo, los carniceros no podían participar y los zapateros tampoco. No era el pueblo en general. No votaban los negros ni los indios ni los mestizos.
-¿Puede hablarse de antiespañolismo en todos esos años?
-Desde 1810 en adelante se va haciendo más notoria la ruptura de los vínculos con España, porque la revolución sigue andando a pesar de que Fernando VII regresa a su trono. Y cuando la independencia se perfila como algo inevitable, hay animadversión hacia todo lo español.
Un viajero inglés, Brackenridge, escribe en 1819 que en La Alameda, el paseo de moda de Buenos Aires, se veía a grupos fantasmagóricos de hombres grandes, pobremente vestidos, que hablaban melancólicamente entre ellos. Eran españoles que antes habían sido los comerciantes ricos de Buenos Aires, los hombres respetados, y ahora se veían marginados por todo el proceso revolucionario.
-¿Las intenciones de aquellos patriotas también incluyeron la independencia económica?
-En ese plano esto que había sido una colonia seguía dependiendo de una serie de factores exteriores. No se podría hablar de una nación con la plena soberanía de su economía. Nos falto mucho para llegar a eso y aún hoy no hemos llegado del todo.

Perteneciente a una familia de origen riojano,
Félix Luna nació el 30 de septiembre de 1925 en Buenos Aires, ciudad donde se graduó de
abogado en 1951 y de la que fue declarado
"ciudadano ilustre" en 1996. A lo largo de su prolífica trayectoria escribió innumerables libros de historia, ensayo y ficción, trabajos periodísticos y obras musicales. Fue funcionario público, ejerció la docencia universitaria, creó y dirige desde 1967 la revista "Todo es historia" y tuvo una larga actuación en radio y televisión. Como reconocimiento a su labor recibió múltiples premios y varios gobiernos de América y Europa le otorgaron distinciones.