Lema mundial
El Día Mundial del Medio Ambiente se conmemora del 5 de junio de cada año, siendo el vehículo a través del cual las Naciones Unidas estimulan la concientización ecológica a nivel universal, además de promover la atención y acción política.
El tema seleccionado para este año es "¡Se Buscan! Mares y Océanos ¿Vivos o
Muertos?", invitando a los ciudadanos de todo el Planeta a reflexionar sobre las amenazas que se ciernen sobre los distintos ecosistemas marinos.
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MARES Y OCEANOS EN
ALERTA ROJA
Los océanos cubren más del 75 por ciento de la superficie de nuestro planeta y si bien parecen resistir los embates de la sobre-explotación pesquera o los de la contaminación, todos los ecosistemas tienen un límite y los océanos no escapan a esta regla.
Más de la mitad de la población mundial vive junto o cerca del mar y la especie humana siempre se ha servido, sin mayores prejuicios, de sus recursos: peces, sal, algas, petróleo o gas natural. Al principio la degradación de las aguas fue lenta y silenciosa, pero actualmente alcanza una magnitud que resulta alarmante y que obliga a cuestionarse los límites de estas acciones sobre el medio marino.
El Mar Argentino no escapa a esta realidad, ya que forma parte del Atlántico Sudoccidental, donde la pesca excesiva es una regla generalizada. El 70% de los stocks pesqueros del planeta ya han sufrido diverso grado de deterioro debido a la sobrepesca y el Atlántico Sudoccidental, pese a ser todavía un importante caladero para algunas especies como el calamar, ha visto sus riquezas mermadas por esta razón.
Sin ir más lejos, el colapso económico de la merluza argentina es un hecho concreto. A este problema se suman la pérdida y degradación de ambientes naturales costeros, los focos de contaminación –especialmente los relacionados con la contaminación crónica que se origina en las grandes ciudades– y otras fuentes de impacto.
Al mismo tiempo, la pesca suele descartar ejemplares juveniles o de especies de poco valor comercial, capturando incidentalmente especies de alto valor ecológico. Así, cada año, el mundo desperdicia 27 millones de toneladas por "descartes" que incluyen aves marinas, peces, delfines, lobos marinos y tortugas de mar.
Nuevas amenazas
La Fundación Vida Silvestre señala que un problema poco conocido de nuestro mar es la invasión de especies exóticas. En la Argentina se han identificado, por ejemplo, mareas rojas tóxicas originadas por microorganismos típicos del Japón, accidentalmente liberados por barcos de transporte.
Todos estos factores se han combinado en las últimas décadas para amenazar con mayor intensidad la biodiversidad marina. Además, ahora sabemos que uno de los principales efectos del cambio climático –el calentamiento global del planeta– está aumentando el deshielo de los casquetes polares y elevando el nivel del mar.
Especies como la ballena franca austral, el elefante marino del sur, los delfines, los pingüinos de Magallanes o los calamares, están íntimamente relacionados a través de la red
alimenticia. Si faltan las especies claves en esta cadena, debido a la sobre-explotación pesquera u otras causas, las especies que dependen de ellas pueden ver debilitadas sus poblaciones a la hora de afrontar otros impactos, como el cambio climático o la contaminación.
Así, la pesca indiscriminada del calamar, de la merluza o de la anchoíta, puede provocar impactos que van más allá de las pérdidas ocasionadas a la actividad pesquera comercial
Un problema globalizado
Según el último informe de la organización medioambiental Worldwatch Institute, –La situación del mundo en el 2003– se calcula que acaban en el mar entre seis y diez millones de toneladas de hidrocarburos al año y que el 10% de ellas proviene de buques petroleros accidentados.
Se estima que hay cerca de siete mil barcos en todo el mundo con más de 15 años de antigüedad, lo que significa que son buques monocasco y transportan la mitad del petróleo extraído en el Planeta. En ese marco no resulta extraño que la tercera parte de la contaminación causada por el petróleo se produzca durante su transporte, ya sea por accidentes (unos 10.000 en los últimos 30 años) o bien por el lavado de cisternas.
Los metales son una de las sustancias más contaminantes y venenosas. Algunos, como el cobre, resultan necesarios para la vida marina, pero cuando las cantidades son excesivas, al ser consumidos y no eliminados por los animales, causan altos niveles contaminantes en la cadena alimenticia.
Otro vertido de origen químico es el plomo. Los cascos de los barcos se pintan con óxido tributilestaño que contiene este metal. El uso de tal sustancia ha sido prohibido en las pequeñas embarcaciones pero se sigue utilizando con normalidad en los grandes buques.
Aguas residuales
Las aguas residuales procedentes de núcleos urbanos son, posiblemente, las principales responsables del mal estado de los mares, ya que contienen elementos nutrientes que algunas plantas, como las algas, necesitan para vivir. Al llegar estas aguas al mar, las algas se reproducen rápidamente cubriendo la superficie. Cuando las colonias de algas mueren, sus restos se transforman en una espuma que contamina las playas y causa irritaciones en la piel.
Siempre se creyó que la solución a los problemas alimenticios de la humanidad vendría del mar. Sin embargo, una de las principales preocupaciones de la comunidad científica y de los grupos ecologistas es actualmente la progresiva disminución del potencial biológico marino a causa de la degradación de los océanos. Ciertamente el mar es rico en muchos sentidos, pero la idea anterior de que el mar iba a proveernos de cualquier cantidad de alimentos para compensar la escasez de nutrientes de origen terrestre, choca con la cruda realidad: las áreas fértiles del mar se encuentran cada vez más limitadas.
En cuanto a la pesca descontrolada y masiva, según estimaciones científicas de Greenpeace, al menos el 20% de las especies de peces conocidas en el mundo están en peligro de extinción y la sobreexplotación pesquera en algunas zonas comienza a ser alarmante.
Aunque se conocen alrededor de 13.000 especies de peces marinos, la industria pesquera se basa en una mínima variedad de ellas. Apenas once representan el 35% de la captura global. Si algunas como el bacalao o la merluza necesitan una solución rápida, lo mismo ocurre con la anchoa o la sardina, que llevan años en grave peligro.
La pesca sostenible, con largas paradas de regeneración biológica, y las moratorias totales en algunas especies se vislumbran como únicas soluciones viables, junto al soporte social y económico para el sector pesquero, del que dependen no pocos millones de empleos directos e indirectos.
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