Nuevos equipos en el Laboratorio
Dando respuesta a los crecientes requerimientos que demanda un servicio preocupado por la salud de los consumidores, el laboratorio propio de la Cooperativa Obrera acaba de incorporar varios equipos de alta tecnología.
El nuevo instrumental no sólo permitirá aumentar la cantidad de muestreos que habitualmente se llevan a cabo en las instalaciones de España y Santa Fe, sino que también contribuirá a la realización de nuevas y más específicas determinaciones. Sobre este y otros aspectos conversamos con el ingeniero químico Eduardo Emilio Alvarez, responsable de nuestro Laboratorio de Control de Calidad.
-¿Cuáles fueron las razones que impulsaron a la Cooperativa Obrera a realizar esta fuerte inversión en equipamiento?
-Con la incorporación de productos de marca propia, la Cooperativa Obrera comenzó a requerir nuevos análisis para estar aún más segura de la calidad que entrega a los consumidores de Bahía Blanca y la región. Además, este laboratorio fue inaugurado hace 11 años y desde aquel entonces ha venido funcionando con el mismo equipamiento. Otro de los factores que motivó la compra está ligado con el crecimiento de la Cooperativa Obrera en lo que hace a volumen de ventas y cantidad de sucursales.
-¿En qué beneficiará a los consumidores el nuevo instrumental?
-No sólo podremos continuar con los controles que veníamos haciendo, sino que ahora efectuaremos nuevas determinaciones. Por ejemplo, en el caso de los detergentes podremos saber si realmente cuentan con la cantidad de materia activa (poder limpiador) que el fabricante dice que tienen. Algo similar podremos hacer con la cantidad de huevo que poseen ciertos productos, por caso la mayonesa, el pan dulce y las pastas.
-¿También podrán cuantificarse los conservantes utilizados en ciertos alimentos?
-Sí. En el caso de las carnes y los fiambres podremos medir la cantidad de nitritos y nitratos presentes. Estos elementos están reglamentados en su dosis máxima de uso para que no resulten problemáticos para la salud. Lo mismo sucede con la sal, que en su estado natural tiene dichos componentes y obliga a un proceso de depuración. También se medirán conservantes en bebidas, jugos y mermeladas de fruta, entre otros productos.
-¿Se advierten mayores exigencias por parte de los consumidores?
-Sí, la gente hace mucho hincapié en este tipo de cuestiones. Se fija mucho en la fecha de vencimiento de los productos y en el estado higiénico sanitario de los locales donde se exponen. Creo que esto es fruto de todo lo que la Cooperativa les ha enseñado en la materia, no con cursos, sino a través del ejemplo diario. La gente se acostumbró a una buena presentación de los locales y del personal, así como a todas las otras cualidades que ofrece en la materia, sobre todo la calidad de sus mercaderías. Los consumidores saben que en nuestras bocas de expendio están comprando productos frescos, de marca y procedencia reconocidas, que mantienen al máximo las condiciones de refrigeración necesarias y que están controlados por este laboratorio. Nosotros, en definitiva, tenemos la obligación de no defraudarlos.
-¿Qué cuestiones debe tener en cuenta el consumidor antes de comprar determinado producto?
-Primero, la fecha de vencimiento. Nosotros le damos mucha importancia a esta cuestión, aunque siempre puede haber algún descuido, tanto por parte de nuestro personal como de los repositores externos. Las empresas le ponen una fecha máxima de expendio para evitar que ese producto se consuma cuando ya no sea apto. De todas maneras, si por ejemplo un paquete de fideos vence en julio del año 2.000, se puede consumir en agosto de ese mismo año siempre que no lo haya atacado algún gorgojo. El consumidor también se debe fijar en el estado de la mercadería, es decir observar que el paquete no esté roto o las latas golpeadas o con deformaciones.
-¿Qué sucede con las mercaderías que llegan a la Cooperativa Obrera en condiciones no ideales?
-Las rechazamos automáticamente. De todas formas, esos productos no vuelven a su punto de origen, sino que quedan dando vueltas en la ciudad y alguien, seguramente, las termina vendiendo. Nosotros tratamos de hacer que todo lo que pasa por nuestras manos primero responda a las exigencias reglamentarias y, en segundo lugar, estamos pidiendo un poco más que lo fijado por las disposiciones. Con esto buscamos la inocuidad total de los alimentos. Obviamente, puede haber alguna falla porque no se puede, por ejemplo, controlar todas las latas de arvejas, pero cada vez avanzamos más y más.
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