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TRES ARROYOS, CUNA
DEL GUARDAPOLVO BLANCO

La emblemática vestimenta escolar, símbolo de democracia e igualdad, comenzó a ser usada por un grupo de maestras tresarroyenses en el año 1912. 

Si bien existen varias teorías sobre el origen del guardapolvo en el sistema educativo argentino, las más fuertes argumentaciones parecen indicar que provino de un grupo de maestras asentadas en Tres Arroyos, cuando despuntaba el año 1912.
La afirmación corresponde al profesor Raúl Guevara, director del Centro de Investigación Educativa en Tandil, quien en un trabajo denominado "¿Homogeneizar o diversificar? Dilema del educador argentino", señala que las pobres ropas con que acudían a clase los niños no podían ocultar sus orígenes sociales.
Según el especialista, que tiene a su cargo la cátedra de Historia de la Educación en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y la de Historia Social de la Educación I en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, esa parece ser la situación que diera origen a la iniciativa.
"En 1912, un grupo de maestras de Tres Arroyos decidió homogeneizar su vestimenta. Se confeccionaron largos guardapolvos blancos, diez centímetros por encima de sus faldas que dejaban ver apenas sus tobillos protegidos por largas medias", sostiene.
De esta forma no ponían en evidencia el contraste existente entre su ropa y la de los niños humildes.
"Ese mismo año fue observado el cambio por las autoridades de la Provincia de Buenos Aires y lo difundieron por todos sus medios como un ejemplo a imitar. Desde entonces, las maestras fueron adoptando el guardapolvo blanco por sí mismas y resolvían uno de sus problemas vinculados a la diversidad homogeneizándose. Unas décadas después se hizo obligatorio como uniforme oficial que el Estado nunca proveería, a diferencia de policías, carteros, militares y otros empleados a los que se les exigía uso de uniforme", señala.
Otras teorías, como la aportada por la Universidad Nacional de Luján, sostienen que la profesora de labores Julia Caballero Ortega habría sido quien inspiró, en 1905, el uso del delantal blanco en la escuela de Avellaneda donde ejercía.
También el maestro Aldo Banchero se adjudicó la idea, mientras que otros estudiosos afirman que fue el maestro Pedro Torres quien implantó el uso del delantal en una escuela de la ciudad de Buenos Aires.
En 1917 el Consejo Nacional de Educación rechazó una propuesta de implantar uniforme oficial para los alumnos, pero dos años más tarde lo recomendó, aunque cada provincia decidió imponerlo en diferentes momentos.
En el territorio bonaerense debería esperarse hasta el 3 de marzo de 1926, cuando el Consejo General de Educación estableció que el uso del uniforme (delantal o guardapolvo blanco) será obligatorio durante la totalidad del día escolar, para todo el personal (docente y administrativo) y los alumnos.
También fijó que el guardapolvo debería ponerse al ingresar a la escuela y no sacárselo hasta la salida.
Entre los fundamentos que impulsaron dicha medida se mencionó, tal como su nombre (guardapolvo) lo indica, que contribuiría a evitar el contagio de patologías y también desempeñaría un rol democratizador.
Pero más allá de los motivos que dieron origen a su empleo y a los verdaderos impulsores de su uso con carácter obligatorio, el guardapolvo blanco terminó confiriendo un sentido de pertenencia que ayudó a la expansión del sistema educativo.
Además, vestirlo fue un orgullo y se lo asoció, con acierto, a la movilidad ascendente de la Argentina, lo cual no es poco.