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A los 24 años ya es multicampeón con Boca Juniors y constituye una de las mayores promesas del fútbol argentino. Sin embargo, pese al aluvión de éxitos, Rodrigo Palacio aún conserva la humildad y los valores personales que hacen de él un ídolo distinto.
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En menos de dos años, sin siquiera haberlo pensado, la vida de Rodrigo Palacio dio un abrupto golpe de timón hacia la fama y el éxito. Tras sus comienzos en Bella Vista y luego en Huracán de Tres Arroyos, en 2004 llegó a Banfield y al año siguiente fue comprado por Boca Juniors, el club donde alcanzaría en pocos meses dos campeonatos locales y tres títulos internacionales. Y por si fuera poco, ya jugó un Mundial.
Quizás hubiese sido demasiado para un joven tímido, sencillo y acostumbrado a la vida en casa. Sin embargo, el "Pala" como lo conocen sus amigos de toda la vida en el barrio La Falda, supo demostrar que está hecho de buena madera y que aún mantiene tan vigentes como antes los valores recibidos en el seno familiar.
Hoy, por esas cosas del destino, lleva el número 14 en su espalda, el mismo que usara el basquetbolista Alberto Pedro Cabrera, otro de los grandes ídolos deportivos, junto a Manu Ginóbili, de su Bahía Blanca natal.
-¿Que te dejó Bahía Blanca como persona?
-Lo mejor. Allí nací, conocí mucha gente buena, a todos mis amigos. Y son esas cosas las que me traje para Buenos Aires. Soy bastante familiero y por ahí cuando me fui me costó un poco, pero como la primera vez salí para irme a Tres Arroyos, una ciudad un poco parecida y en la que tengo todos mis familiares, se me hizo más fácil. Entonces, con un año y medio de experiencia viviendo solo, al llegar a Buenos Aires no resultó tan traumático.
-¿Qué ciudad elegirías para vivir cuando dejes el fútbol?
-Seguro que voy a ir a Bahía Blanca. Eso lo tengo más que claro, tanto yo como mi novia. Ambos queremos, una vez que deje la actividad, volver y vivir todos los años que nos falten en Bahía.
-Mucha gente se pregunta cómo hace una persona como vos, tan joven, para vivir tantos éxitos en tan poco tiempo sin perder la humildad y estar bien parado en la vida.
-Quizás sea por lo que me inculcaron mis padres. Ellos me enseñaron a ser como soy y les estoy muy agradecido. Además, la gente con la que me rodeo siempre me ha aconsejado muy bien y eso me favoreció, a la hora de conseguir tantas cosas buenas, para tener los pies sobre la tierra y no hacerme tanto la cabeza.
-Los compañeros en el plantel de Boca Juniors, ¿te ayudan en ese sentido?
-Acá a todos nos pasa lo mismo, pero entre todos hablamos y nos damos consejos.
-Hoy por hoy, ¿ya querés ir a jugar a algún club europeo?
-No. Estoy tranquilo y muy contento en Boca. Me queda un año más de contrato y después se hablará si voy a seguir o tengo la posibilidad de irme afuera, pero por ahora quiero disfrutar de todo lo que tengo acá. Si el día de mañana se da, iré sin problema, seguramente será una linda experiencia.
-Estuviste a punto de ser un buen jugador de básquet. ¿Cómo fue que terminaste en el fútbol?
-Jugaba bien pero no era para tanto. Estaba en La Falda, que es un club muy chico y lo hacía por hobbie, porque quedaba a una cuadra de mi casa y ahí estaba con mis amigos, pero nunca pensé en ser un profesional de ese deporte porque no iba a ser así. Siempre tuve en claro que lo mío era el fútbol. Por mi padre, entre otras cosas. Mi familia es muy futbolera y siempre fue mi deporte principal.