OCTUBRE 1999
El futuro de la familia

S
i bien los nuevos tiempos han impuesto modificaciones sustanciales en la composición tradicional de la familia, tanto la figura paterna como la materna siguen siendo elementos indispinsables para el desarrollo de esta célula básica de la sociedad.

Es indudable que la familia tradicional, nucleada en la presencia de padre, madre e hijos, está teniendo modificaciones.

Antes se acostumbraba concebir las familias amplias, ya que en ellas convivían abuelos, hijos solteros y casados, compartiendo oficios, labores, gastos y producciones. Desde entonces han pasado muchos años, muchas transformaciones y la "familia tradicional" se está reduciendo en número y van apareciendo otros modos para compartir afecto y seguridad.

Hoy se está ante la presencia de gran número de personas que comparten su vida sin formalización legal, tienen hijos legales y se crea una nueva figura, la del "matrimonio sin papeles".

Otra modalidad vigente es la de los matrimonios que deciden vivir sin hijos o prolongan su llegada hasta algunos años más tarde, para no ver alterados sus planes laborales. Junto con esto aumentan los divorcios y los nuevos matrimonios.

Son nuevas unidades familiares, con hijos compartidos, padres no biológicos, medio hermanos, hermanastros, nuevos abuelos, etc. Además de otras combinaciones, como abuelas que cumplen funciones de madre.

¿Cuál es el futuro de la familia? Digo esto porque, además de lo dicho, está apareciendo una nueva forma de "familia" y es la que conforma la mujer sola, que decide vivir sin un hombre, pero que quiere tener un hijo. Y quiero aclarar que no me refiero a la mujer que por circunstancias no deseadas ha quedado sola: viudez o divorcio, porque en ella la existencia del hombre, como persona, afecto y deseo, fue importante para concebir un hijo. En esta otra manera, es la mujer que no quiere la existencia del hombre.

Esta nueva variedad introduce e impone cambios. Es cierto que la familia está en crisis y los papeles asociados a ella empezaron a quebrarse con impacto afectivo en los hijos, debido a su indefensión, inmadurez y gran relación de dependencia.

Por otro lado, sabemos que la familia tradicional no garantiza por sí misma salud mental a sus miembros y a su prole.

Los nuevos tiempos imponen desafíos y cambios, sin embargo, una excesiva sobrecarga de los deseos personales corre el peligro de quebrar la conciencia de la existencia del otro. Los padres representan y encarnan la ley, el orden, el límite, la organización, y el ser humano se constituye como tal dentro de un sistema que los cobija: padre y madre en sus funciones.

Por la Lic. Marta Craichik