OCTUBRE 1999
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Cooperativas: empresas con valores y principios
Frente a la amenaza que supone la entrada al nuevo milenio en un contexto de globalización económica, concentración empresaria y competencia salvaje, calificados panelistas nacionales e internacionales convocados por A.I.R. analizaron las posibilidades de las empresas cooperativas para seguir brindando respuestas eficientes a las necesidades de la gente sin apartarse de sus valores y principios humanistas.
El segundo de los paneles reunidos por la Asociación Intercooperativa Regional tuvo lugar en la mañana del jueves 16 de julio y lo integraron los Dres. Dante Cracogna, Alberto Rezzónico y Juan Carlos Basañes, calificados expertos argentinos en la problemática cooperativa, y el Dr. Miguel A. Cardozo, dirigente uruguayo que preside la Alianza Cooperativa Internacional en las Américas y es vicepresidente del organismo a nivel mundial. Con la coordinación del Cr. Rubén A. Masón, los distinguidos visitantes -algunos de cuyos conceptos rescatamos en esta segunda nota de “Familia Cooperativa”- abordaron el tema “Vigencia de los valores y principios cooperativos”.
ADECUARSE A LA REALIDAD
Los valores representan un estado de perfección y los principios el cauce que orienta la acción hacia el logro de esos ideales. Esto también vale para los principios que sigue el movimiento cooperativo tratando de alcanzar aquellos valores que le dan sentido.
Estos principios , que se desprenden del propio estatuto de la pionera cooperativa de Rochdale, fueron definidos inicialmente en 1937 por la Alianza Cooperativa Internacional, que en vista de la nueva realidad mundial los actualizó en 1966 y realizó una nueva puesta al día en 1995 durante su Congreso del Centenario.
En dicho Congreso la ACI aprobó su Declaración de Identidad Cooperativa, que contiene la definición de cooperativa, los valores y principios cooperativos y un documento complementario. Los principios están ahora enunciados dentro de un contexto y se entienden como el puente entre el ideal cooperativo y la realidad.
Es importante que las cooperativas se adecuen a la realidad ambiente, evitando tanto la tentación muy fuerte y frecuente de un mimetismo desnaturalizante como el riesgo de quedarse en una prédica idealista despegada de la realidad. Y ello ocurre porque la naturaleza de las cooperativas es compleja, resultando mucho más difíciles de gestionar que una empresa comercial o una entidad de beneficencia.
DIRIGENTES Y FUNCIONARIOS
Cuando la ACI aprueba su Declaración de Identidad Cooperativa, planteándonos el desafío de reflexionar sobre “lo que somos”, enuncia los principios como un camino hacia determinados valores. Ya Charles Gide señalaba que los cooperativistas tienen ideales, con la particularidad de que los meten en una tienda.
La realidad nos dice que la concentración del capital volcada al desarrollo tecnológico provoca la explotación del ser humano. Y como el capital y la tecnología tienen poder, a través del tiempo esta situación tan perniciosa para el ser humano se consolida y agrava.
En las cooperativas a veces cometemos el error de diseñar una educación para dirigentes, en los principios, y una educación para funcionarios, en el manejo técnico, con el resultado que luego no se entiendan entre ellos. Es necesario que los dirigentes tengan una base técnica y que los funcionarios aprecien la naturaleza de la empresa en que están trabajando.
Nuestros principales problemas son cómo manejarnos en una sociedad que pregona valores distintos a los nuestros, cómo evitar que en nuestra relación con el Estado los políticos tomen la actividad cooperativa como una forma más de clientelismo y cómo acceder a fuentes de capital sin ceder la dirección de nuestras empresas ni comprometer el interés de sus usuarios.
EFICIENCIA Y MOVILIZACION
Los valores y principios cooperativos son buenos no sólo para las cooperativas sino también para la sociedad en la que ellas desarrollan sus actividades. Pero no se pueden imponer por ley: su efectiva vigencia depende fundamentalmente de su difusión y de los programas de educación cooperativa.
El miembro de una cooperativa puede estar exclusivamente interesado en la calidad del servicio que recibe o también comprometido con el proceso de transformación social que promueve el cooperativismo. La principal responsabilidad de nuestros dirigentes es armonizar ambos objetivos que, lejos de ser excluyentes, se complementan y potencian mutuamente.
Existen múltiples ejemplos de eficientes empresas cooperativas, tanto a nivel rural como urbano, nacional o internacional. En la realidad del mundo globalizado de hoy, sólo las cooperativas están compitiendo con las grandes corporaciones multinacionales. Para ello necesitan de gran eficiencia, la que podrá expandirse en la medida que se logren mayores niveles de participación y educación cooperativa.
Además de estructuras empresariales eficientes y competitivas, las cooperativas necesitan contar con instituciones con capacidad de gestión política y movilización social para obtener la modificación de políticas económicas adversas al cooperativismo y proponer las que resulten más adecuadas tanto para su desarrollo como para el bienestar de sus propios asociados.
COMPETITIVIDAD Y LIDERAZGO
Los valores y principios cooperativos aplicados a la actividad empresaria constituyen un aporte imprescindible para que el desarrollo sea, en lugar de crecimiento con exclusión social, un verdadero progreso con contenido humano, proporcionador de empleo, educación y bienestar para todos.
Nosotros no somos voceros de la globalización porque detrás de la misma hay valores que no condicen con lo que predicamos. Hace poco el presidente de Brasil escribió un artículo periodístico expresando que la globalización es un proceso tan injusto como asimétrico. Pero la globalización representa un dato de la realidad.
Los cooperativistas actuamos en el mercado tratando de competir con eficiencia para crecer, pero no hacemos del mercado un valor absoluto que se convierte en el medio y el fin de todo comportamiento humano. Tampoco creemos en el mercado sin regulación, porque la economía debe estar al servicio de las personas y la ética y la política tienen mucho que ver con ella.
Las cooperativas no tienen asegurada su supervivencia. Sólo tendrán futuro si cumplen el objetivo fundacional de servir a sus asociados y para ello deben contar con proyectos empresariales competitivos y viables, acordados democráticamente, y un liderazgo lúcido y capaz de conducir en un mercado convulsionado a un equipo comprometido con el éxito.
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 Dr. Dante Cracogna.
 Dr. Alberto Rezzónico.
 Dr. Juan C. Basañes.
 Dr. Miguel A. Cardozo.
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