 Gregorio Potenar.
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LA COOPERATIVA QUE YO HE VISTO
A muy pocos meses de cumplir 90 años y dueño de una envidiable lucidez, un apreciado ex-presidente de nuestra entidad nos hizo llegar una carta que resume sus añoranzas y sus esperanzas sobre la Cooperativa Obrera.
Te conocí allá por 1934. Estabas instalada en calle España al 700 y tenías pantalón corto porque apenas contabas con 14 años de edad. Tu gerente era Laudalino Argüello, un hombre que cumplió con brillantez esa función durante 21 años, dirigiendo personalmente la panadería y supervisando en todos sus aspectos las otras secciones (almacén, bazar y tienda).
Con el transcurso del tiempo, en 1945 te encontré más actualizada administrativamente, gracias a la colaboración de los consejeros Bardelli y Tissot y de los contadores Francisco Muñiz y Américo Malla.
Ya vestías pantalones largos cuando en 1949 te instalaste en la primera cuadra de calle Belgrano, pleno centro bahiense, época en la que se avizoraba un mayor repunte de tu actividad con la incorporación de la Cooperativa Ferroviaria, finalmente materializado en 1955. Esa entidad también te enriqueció con preclaros dirigentes, como Américo Agostini y Esteban Miranda.
En 1965 inauguraste el primer supermercado del sur argentino, una patriada que lideraron tu entonces presidente Francisco Simonetti, tu tenaz gerente Severiano Salvucci y tu joven auditor Rubén Masón. Y a partir de allí tomaste vuelo, inaugurando sucursales por doquier, de la mano de presidentes como Milton Malla, Angel Pilotti y Raúl Gouarnalusse, quienes se apoyaron en un equipo de funcionarios de gran valía encabezado por el dinámico gerente general Rodolfo Zoppi.
Hoy, observando el panorama, me doy cuenta que se trata de una obra monumental, que estás en la cima, en la cúspide, pero que enfrentás la gran responsabilidad de mantener tu nivel y, más aún, ampliar tu radio de acción.
Con 180.000 asociados y 2.000 empleados, te sostenes en una administración eficiente, pero tu verdadera base es el esfuerzo de aquel grupo de trabajadores esclarecidos y de quienes tomaron sucesivamente su posta, sin desviarse de los principios doctrinarios y observando una conducta intachable.
Otro soporte de tu gran proceso expansivo ha sido la valiosa colaboración de tus empleados, a quienes debees continuar inculcando permanentemente tanto los valores del cooperativismo como la importancia de que se esmeren por brindar un trato lo más amable y servicial posible a tu verdadero dueño: el consumidor.
Y ya que me he referido al consumidor, tengo que resaltar que aquí reside tu objetivo esencial, tu genuina razón de ser. Tenés que seguir insistiendo, con la convicción de que es una tarea sin final, para que los consumidores tomen debida conciencia que son parte de la Cooperativa, que comprendan que vos les pertenecés.
Para terminar, te auguro el futuro más promisorio, porque el sistema cooperativo es una nueva forma de vida solidaria que finalmente habrá de triunfar como propuesta superadora del actual modelo económico.
Gregorio Potenar
 Así era la cuadra panaderil cuando don Gregorio conocio la Cooperativa.
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