ENERO 2002   PORTADA    



 

 


EL CAPICUA DEL SIGLO

Ya tuvimos el curioso privilegio de vivir en el último año capicúa (1991) del milenio que pasó y ahora asistimos a la llegada del primer año capicúa del nuevo milenio y único de este siglo. Sólo resta saber si podremos gozar de la suerte que popularmente se le atribuye a este tipo de cifras.

El año 2002 es el primero en once años y el último en lo que resta del siglo que podrá leerse igual de derecha a izquierda que de izquierda a derecha, es decir, un verdadero capicúa o palíndromo. Y eso merece celebrarse, no sólo porque dicen que este tipo de números trae suerte, sino también porque será el último que veamos, salvo que alguien haya encontrado alguna fórmula mágica y tenga pensado sobrevivir hasta el 2112. Según reza el diccionario, capicúa es el nombre que se le da a un número cuyas cifras conservan su orden natural aunque se lean en sentido inverso, por ejemplo 24142, 808, 3773, etc.
También recibe esta denominación un lance en el juego del dominó que consiste en cerrar con una ficha que puede colocarse en cualquiera de los dos extremos.
Se trata de una palabra compuesta que procede del catalán: cap, que significa cabeza, y cua, cola. El historiador Josep María Garruti Romá sostiene que el vocablo nació en Barcelona a finales del siglo XIX.
Así también lo atestigua un Boletín de la Asociación Tucumana de Folklore correspondiente al año 1955, donde señala que dicho término se refiere a los números cuyo comienzo y final son iguales: "Generalmente se llama así a los números de cinco cifras porque su origen deriva de los billetes de tranvía".
De acuerdo con la tradición popular el cap-i-cua trae suerte para toda la jornada, mientras que también existen otros números denominados "lástimas", los cuales son aquellos inmediatos, anterior o posterior, al capicúa verdadero y cuya denominación se desprende de la exclamación que acostumbraba lanzar quien recibía uno de estos boletos.
El último año capicúa fue 1991 y tanto en el segundo milenio como en los posteriores hay solamente diez oportunidades de años capicúas, que fueron, en el último, desde el 1001 hasta el 1991.

Otras curiosidades

Si queremos ser más minuciosos podremos advertir que durante el año recientemente finalizado pasó, de manera desapercibida, la primera fecha capicúa del nuevo milenio (10 02 2001) y también otra con una repetición perfecta de sus números (20 01 2001).
Continuando con este tipo de análisis veremos que estamos próximos también a la primera fecha totalmente par del nuevo milenio (02 02 2002) y sólo 18 días después la primera con todos su números totalmente pares y capicúa 20 02 2002.
Si bien alguno podría pensar en el 30 12 1998 como otra fecha totalmente par, en este caso reúne varios números que individualmente son impares. En tal sentido, la última fecha totalmente impar fue el 19 11 1999 .
Para obtener un número capicúa a partir de otro hay que invertir el orden y sumarlo al inicial, con el número dado hay que hacer lo mismo y así tantas veces hasta que se encuentre un número capicúa.
Por ejemplo, partiendo de 84: 84 + 48= 132; 132 + 231: 323. En este caso debimos hacer sólo dos operaciones.

En el mundo literario

El mundo de las letras también tiene su equivalente al de los números capicúas y se emplea el término palíndromos para definir a aquellas palabras que ofrecen idéntica lectura si se empieza por la última letra o por la primera.
Quizás los más memoriosos recuerden aquellas frases escolares como "Amo la paloma" o "Anita lava la tina", por ejemplo.
Desde la Grecia y la Roma antiguas abundan los devotos de la ailifilia, como así también se llama en expresión capicúa a esta afición. Se dice que el inventor de este juego es el griego Sótades.
El colombiano Bernardo Ortiz sostiene que el palíndromo más largo que se conoce en idioma occidental es saippuakivikauppias, que en finés significa comerciante.

Un argentino récord

En el plano nacional, el recientemente fallecido escritor cordobés Juan Filloy se autodenominaba recordman mundial en palindromía, con miles de estas fórmulas creadas a lo largo de su trayectoria y señalaba que la práctica de este tipo de frases constituía el entretenimiento de los griegos cultos.
Cuando la periodista Mónica Ambort le preguntó cuál era su método para superar las grandes dificultades que esta afición supone, don Filloy, ya centenario, respondió: "Miro las palabras y enseguida sé si son palindrómicas o no; tengo la visión retrospectiva... ¿No ha visto a los linotipistas, que leen los lingotes de atrás para adelante con total facilidad? Mire, antes de que usted llegara escribí estas dos oraciones: "Acaso hubo búhos acá" y "Sólo di sol a los ídolos". Significativas, por cierto. Examínelas. Y le digo otra: "Allí tápase Menem esa patilla", y una más, vinculada también a la política: "Libe don Italo Lúder: crédulo latino débil".
"El español –agregó– es el idioma más palindrómico del mundo; pero hasta hace poco no se sabía más que una frase. En el año 1964 llevé al secretario perpetuo de la Real Academia, don Julio Casares, mi libro "¡Estafen!", que tiene cien frases palindrómicas. El campeón mundial era hasta entonces un emperador de Oriente, León VI, que publicó 28. Confrontando este volumen, dicha performance es ridícula. '¡Coño! –me dijo don Casares–, yo no conozco más que una: Dábale arroz a la zorra el abad'. La misma que tenía popularidad cuando éramos muchachos".