MARZO  2003   REGION    


General Daniel Cerri.
 
GENERAL CERRI: EJEMPLO
DE MILITAR Y CIUDADANO

La localidad ubicada a 14 kilómetros de Bahía Blanca debe su nombre a un ilustre militar italiano, héroe de la Guerra con el Paraguay e incansable propulsor de la cultura, quien a orillas del río Sauce Chico, en el vado conocido como "Paso de los Cuatreros", fundara en 1876 un pequeño fortín.

En 1876, lejos estaba el teniente coronel Daniel Cerri, por entonces héroe de la Guerra del Paraguay, de imaginar que el modesto fortín que acababa de fundar a orillas del río Sauce Chico, con el paso de los años se convertiría en una pequeña ciudad.
La construcción de dicha fortificación, última en la línea de frontera y prontamente desactivada, había sido autorizada el 27 de mayo de ese año para hacer frente a los ataques indígenas, en el vado conocido como "Paso de los Cuatreros".
Luego de la Campaña al Desierto, una vez desaparecida la amenaza de los malones, se dieron las condiciones para el despegue socioeconómico del lugar.
En 1903 se funda el frigorífico Sansinena, a partir del cual comienza a organizarse el pueblo de Cuatreros, que en 1943 es denominado General Cerri y en 1999 declarado ciudad.
Su nombre recuerda a ese militar nacido el 20 de septiembre de 1841 en Bérgamo, Lombardía, que como muchos de sus compatriotas liberales y garibaldinos se trasladaran a la Argentina para sumarse a las filas del ejército y la marina.
El 26 de agosto de 1858, cuando aún no había cumplido los 17 años, se incorporó en Buenos Aires a la Legión Militar y junto a varios camaradas se dirigió luego a Bahía Blanca, donde fue recibido por el jefe del batallón, coronel Antonio Susini y por el segundo jefe, el mayor Juan Bautista Charlone.
Pese a haber perdido la visión de un ojo en la niñez, se destacó por su puntería certera y su arrojo en la batalla librada contra los indios en Pigüé.
Luego de participar en la batalla de Pavón (1861) se incorporó en Azul a la Legión de Voluntarios de la Libertad y luego pidió ser incorporado a las fuerzas permanentes, dándoselo de alta en el famoso batallón 3 de Línea.
La Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay fue el escenario donde Cerri daría muestras de su heroísmo extremo, especialmente en Curupaytí, donde su sable es guardado en el museo local como una reliquia.
Su vida militar transcurrió más tarde por diversos escenarios de la geografía nacional, siendo nombrado en 1875 comandante de la Guarnición Bahía Blanca y dos años más tarde jefe del detall general en la Campaña de Río Negro que realizara el general Julio Argentino Roca, entonces ministro de Guerra y Marina.
Cerri fue inspector de telégrafos militares y subprefecto de Bahía Blanca, donde con el grado de coronel dedicó sus momentos de ocio a rememorar la guerra con el Paraguay y a la creación literaria, plasmando su vena artística en dos novelas: La mano negra de mi padrino (recuerdos de la niñez) y La Cautiva. También incursionó en la poesía y en el ensayo histórico.
En 1900, el entonces general fue nombrado gobernador del Territorio Nacional de los Andes, resumiendo en un libro los numerosos estudios realizados.
Pero pese a tantos y meritorios servicios, más de una vez hubo quienes le hicieron pesar su condición de "gringo", como por ejemplo el general Alberto Capdevila, quien en una conversación le levantó la voz diciéndole: "Usted opina así porque por sus venas corre sangre de italiano". A lo que Cerri le respondió: "Bien sabe Usted, mi general, que por mis venas corre sangre de argentino; que mi sangre de italiano la derramé íntegra en los campos de batalla, peleando por este país, que es el mío, cuando usted era muy niño aún".
Retirado a los 62 años del servicio activo, Cerri se entregó a la vida de familia y a los amigos, hasta que una cruel enfermedad lo postró a fines de 1913. Murió el 14 de marzo de 1914 en la Capital Federal, rodeado de la máxima consideración general.