
Señales para
tener en cuenta
Los padres deben estar atentos a las señales que indican la presencia de un problema de aprendizaje. Habrá que observar si el niño:
• Tiene dificultad entendiendo y siguiendo instrucciones.
• Posee dificultad recordando lo que se le acaba de decir.
• No domina las destrezas básicas de lectura, escritura y aritmética, por lo que fracasa en el trabajo escolar.
• Tiene dificultad distinguiendo entre la derecha y la izquierda, por ejemplo, confundiendo el número 25 con el número 52, la "b" con la "d", y "le" con "el".
• Le falta coordinación al caminar, jugar deportes o llevar a cabo actividades sencillas.
• Fácilmente se le pierden o extravían sus asignaciones, libros de la escuela y otros artículos.
• No puede entender el concepto de tiempo: se confunde con "ayer", "hoy" y "mañana.".
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EL APRENDIZAJE Y
SUS PROBLEMAS
A menudo los problemas de aprendizaje pasan desapercibidos porque no surgen a simple vista y, si bien pueden comenzar a manifestarse en el jardín de infantes, es en la adolescencia donde las dificultades se acrecientan.
Normalmente un chico con trastornos del aprendizaje es un niño o un adolescente inteligente que trata de concentrarse, de seguir las instrucciones y de tener buen comportamiento tanto en la casa como en la escuela. Sin embargo, el joven no domina las tareas escolares y comienza a rezagarse. Algunos tienen dificultad para permanecer quietos o prestar atención.
En estos casos, la estimulación no es sinónimo de persecución, tornándose útil incentivarlo a través de la charla constante y el convencimiento de que el saber más sobre diferentes aspectos de la vida, representa un beneficio y no una pérdida de tiempo.
Se estima que alrededor del 15 por ciento de la población en edad escolar evidencia problemas de aprendizaje, los cuales muchas veces son consecuencia de algún trastorno nervioso o emocional. Algunos de esos niños son hiperactivos y/o distraídos con un lapso de atención corto. Los psiquiatras de adolescentes indican que estos chicos pueden ser ayudados, pero que si su condición no se detecta y se trata a tiempo, el problema puede aumentar y complicarse rápidamente.
El desconocimiento de esta clase de conflictos, puede arrastrar a un mal mayor, afectando progresivamente la autoestima y la versatilidad en la capacidad de entender.
Otro aspecto relacionado con dicha problemática es el de la mala conducta. Los jóvenes prefieren parecer "malos" a "ignorantes", tornándose imprescindible actuar con inmediatez para prevenir la repetición de este tipo de frustraciones.
Si uno nota que el joven tiene dificultad en atender o seguir instrucciones, en recordar lo que se le acaba de decir, si tiene fracasos académicos como consecuencia del poco dominio de destrezas de la lectura, escritura y/o aritmética, en la coordinación cuando camina, en los deportes, en actividades manuales sencillas como sostener un lápiz, atarse los zapatos o hacer un lazo, entonces deberá consultar con un especialista.
El psiquiatra de adolescentes trabajará en colaboración con los educadores para hacer pruebas que puedan detectar la razón de la dificultad en el aprovechamiento y la presencia de problemas específicos de aprendizaje.
La pobreza
Otro factor preponderante reside en una alimentación inadecuada. Según datos del Indec, el Banco Mundial y de la organización no gubernamental "Salvemos a los chicos", en la Argentina hay más de seis millones de niños pobres que viven en hogares sin ingresos suficientes para cubrir las necesidades básicas: alimentación nutritiva y variada, un baño limpio, ropa abrigada y estímulos adecuados.
Tantas carencias afectan directamente el comportamiento escolar, que se trata de chicos desganados, lentos, con nulo entusiasmo o curiosidad para aprender. La desnutrición es una enfermedad caracterizada, en la mayoría de los casos, por carencias alimenticias acompañadas por ausencia de estimulación psicoafectiva. El grupo más expuesto es el de los lactantes y el de los niños en edad preescolar, pues este período de la vida se caracteriza por un rápido crecimiento y exige un consumo mayor de calorías y de nutrientes.
Además de la baja estatura, problemas en la piel y una mayor propensión a contraer enfermedades, la mala nutrición dificulta el aprendizaje en los primeros años de vida. Esos problemas terminan por ahuyentar a los chicos de la escuela. Por lo general se trata de niños que en la clase están ausentes porque no entienden, les cuesta razonar, pensar por sí mismos, y así terminan repitiendo y al final abandonan. De este modo, inician de manera temprana una cadena de problemas que afecta de manera irreversible sus capacidades y potencialidades.
¿Qué es el déficit de atención?
Dentro de esta problemática en las aulas no resulta raro ver niños que habitualmente se salen de la fila, no pueden estar sentados en sus bancos demasiado tiempo o les cuesta concentrarse.
Algunas maestras se muestran cansadas por sus interrupciones mientras que los compañeros se quejan tildándolos de ser torpes y demasiado impulsivos. En la mayoría de los casos se los tacha de vagos, irresponsables, rebeldes o perezosos que no rinden de acuerdo a su capacidad.
Se trata de los niños y jóvenes con Déficit de Atención (D.A.), un mal hereditario que, según estudios realizados en la Capital Federal, aqueja a 1 de cada 14 chicos porteños.
El problema recrudece con el tiempo y los continuos fracasos en la escuela, la universidad y hasta el trabajo resultan moneda corriente porque el déficit de atención también afecta a los adultos. Mientras que en el jardín de infantes pueden mostrarse agresivos o inquietos, la primaria y sobre todo 4° grado —cuando la enseñanza se complejiza— suelen ser momentos duros.
Las dificultades se agudizan en la adolescencia, etapa en la que son ellos quienes deben organizar sus tareas, algo que no logran hacer solos. Dejan todo para último momento y pueden dar bien todas las materias a fin de año, cuando la adrenalina y los nervios mantienen su interés, pero terminan fracasando en el nivel terciario, donde estudiar una semana no alcanza.
Según los especialistas, existen algunas pautas que facilitan mucho la tarea en el aula. Por ejemplo, los chicos con D.A. pueden estudiar en una escuela común pero no en un aula con más de 25 alumnos (el exceso de gente los distrae). Además, conviene sentarlos cerca del docente, premiándolos y alentándolos cuando desarrollan un trabajo.
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