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¿QUE ES EL DESARROLLO HUMANO
SUSTENTABLE?
El séptimo principio cooperativo –Preocupación por la Comunidad– indica que “las cooperativas trabajan por el desarrollo sustentable de sus comunidades mediante políticas aprobadas por sus asociados”. Por ello es útil precisar el alcance de este concepto en base a documentos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y de otros organismos internacionales.
En la línea del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo podemos destacar cinco principios que hacen al desarrollo humano sustentable, concepto que desde hace una década entró a formar parte de la jerga de las organizaciones de desarrollo internacionales, nacionales o no gubernamentales:
1. Debe estar libre de toda exclusión o desigualdad social, sea ésta racial, religiosa, regional, de sexo u otra.
2. Debe permitir que el individuo (mujer u hombre) reciba una justa remuneración por su trabajo, para llevar una vida decente y participar plenamente en las actividades de la sociedad, incluido el acceso a la educación y la salud.
3. Debe impedir que la explotación de los recursos del planeta comprometa el futuro inmediato o mediato de la sociedad, de modo tal que la satisfacción de las necesidades de la generación presente no ponga en peligro el derecho de las generaciones futuras.
4. Debe garantizar los derechos económicos y sociales, en particular la seguridad de los medios de subsistencia, la integridad física y la libre circulación de los individuos.
5. Debe respetar el derecho de cada pueblo a expresar su propio modelo político, social y económico, protegiéndolo contra la imposición de modelos extranjeros.
Para el Banco Mundial el desarrollo humano sustentable tiene tres enfoques simultáneos: económico, ecológico y social:
•el económico hace referencia al crecimiento, a la eficiencia del capital y a los recursos e inversiones.
•el ecológico tiene presente la integridad del ecosistema, su capacidad de carga y la conservación de los recursos naturales y la biodiversidad.
•el social pone la atención en la equidad, la participación, la movilidad social, la cohesión social, la identidad cultural, y el desarrollo institucional.
Pero fundamentalmente el desarrollo es sustentable cuando dejamos a las futuras generaciones tantas, si no mayores, oportunidades como las que nosotros tuvimos, lo que puede medirse a través del capital en sus cuatro distintos tipos:
a) capital natural: el conjunto de activos ambientales;
b) capital humano: las personas y su educación como base cultural para el funcionamiento de la sociedad;
c) capital social: las inversiones en salud, educación y nutrición, las instituciones, la información colectiva y el conocimiento;
d) capital hecho por el hombre: la infraestructura física.
Lo importante en el tratamiento de estos capitales es una visión integral de los mismos que permita usar combinaciones diferentes, manejando las posibilidades de sustitución y complementariedad que se pueden dar entre ellos para otorgar –conociendo los niveles críticos de cada capital– sustentabilidad al desarrollo.
El desarrollo planteado meramente como un objetivo económico es una experiencia ambivalente. Porque si bien posibilita atender las necesidades materiales de la mayoría de la población, ha demostrado que suele ir de la mano de la destrucción del capital social, con pérdida de valores básicos como la confianza y la comunidad, generando exclusión de determinados sectores sociales y creando una situación de progresiva descomposición social.
Ese desarrollo, de ningún modo sustentable, resulta incapaz de abordar sus derivaciones sociales (profundización de la diferencia entre ricos y pobres en todos los aspectos y no solamente en lo referido a ingresos) y sus consecuencias ecológicas (calentamiento del planeta).
Al tener el desarrollo humano sustentable como centro y sujeto fundamental al ser humano, lo importante es procurar a todas las personas, de manera individual y colectiva, la posibilidad de realizarse en el plano económico, social, cultural y político. En tal camino es esencial contar con mecanismos de participación –como el que brindan las organizaciones cooperativas– para que los resultados representen verdaderamente lo que la población desea y no lo que las élites prefieran.
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